Dar forma a lo común
Turbamulta.
Antigua. Estados del ánimo. Nacida del fuego. Volver a narrar. De un modo
distinto.
Decirle a un niño que
las cigüeñas traen a los recién nacidos, es también decirle la verdad, escribía
Freud, en 1927, en El porvenir de una
ilusión.
Título que resulta revelador por sí mismo.
Es la ilusión que se
le dice una verdad, la verdad del tipo de verdades que el infante espera, lo
que hace que éste, y Freud con él, construyan la idea de que el cuento de las
cigüeñas es un modo, extraño, pero un modo, al fin, de narrar un origen,
general y propio.
Contar y cantar.
Crepúsculo y alba. Pasado y porvenir. Narrativas. Formas del relato, la relatio, relación, entre lo
eminentemente personal y lo inocultablemente comunitario.
Mitologías, como esas
narraciones que tornan en formas colectivas que moldean y dan forma a lo común.
Configurando, así, una gran historia de la humanidad, habría señalado Campbell.
Si en la ilusión
estuviere el porvenir, parafraseando a Freud, cada época no ha de tener sino
las mitologías que se merece. Las que se gana.
Aquellas que la dimensión de su
espíritu y arrojo le granjea, habría de con toda razón reclamar W.B. Yeats.
Para la suya, el
entresiglo del XIX al XX, el gran poeta irlandés, trajo a los de su tiempo
hadas, demonios, elfos y más. Un mundo distinto, arguye, del malogrado mundo
nuestro.
Porque “las cosas que
un hombre ha oído son hilos de vida”, y la “esperanza y la memoria tienen una
hija, cuyo nombre es arte”, escribe el poeta.
Lo que sin haber
sucedido jamás, ocurre (aún), es siempre, si hemos de parafrasear la definición
atemporal que de lo mítico se atribuye a Salustio.
Esas narraciones, para
seguir a Yeats, que hacen ver que, de pronto, ha habido en el ayer común, hay
en el ahora propio, seres “que tienen un espíritu dentro”.
Así sea que, en el lugar de los bosques, lagos
y montañas, se hallen también esos hombres “que no quieren sino ver maldad”.
De los celtas, Yeats
trae al presente, su presente, el nuestro, la certeza de que hay “estados
incorpóreos del ánimo”, espíritus que al envejecer conservan la ligereza de los
sueños.
Renovadas narrativas,
de lo nuevo en lo vetusto, de lo añejo en el porvenir, que merecen, por toda
verdad, una ilusión y la de miles.
Un porvenir.
@atenoriom
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